La candidata a gobernadora por Valparaíso, Pepa Hoffmann, enfrenta cuestionamientos por su respaldo a Cathy Barriga, quien hoy cumple prisión preventiva acusada de millonario desfalco en Maipú. ¿Dónde queda la transparencia y la probidad de Hoffmann al defender a una edil investigada por corrupción?
En su carrera por la gobernación de Valparaíso, Pepa Hoffmann enfrenta un desafío inesperado: la sombra de su respaldo a la exalcaldesa de Maipú, Cathy Barriga, quien hoy cumple prisión preventiva, acusada de un multimillonario desfalco contra el municipio de Maipú. En el pasado, Hoffmann defendió a capa y espada a Barriga, rechazando las investigaciones y reportes de la Contraloría. Incluso llegó a señalar en 2018 que el organismo de control “había perdido la brújula”. Sin embargo, los cargos actuales de Barriga, que incluyen el uso indebido de recursos públicos, vuelven la vista hacia Hoffmann y su compromiso con la transparencia y la probidad.
La relación de Hoffmann con Barriga, y el apoyo incondicional que le brindó cuando la exalcaldesa ya enfrentaba fuertes críticas, despiertan suspicacias entre la ciudadanía. ¿Cómo puede aspirar a liderar una región alguien que defendió sin reservas a una autoridad hoy señalada por la justicia por malversación de fondos? El público se pregunta dónde están los valores éticos de Hoffmann, quien no solo avaló, sino que también legitimó las cuestionables prácticas de Barriga. Los detalles de los supuestos desfalcos en Maipú rondan los mil millones de pesos, fondos destinados a la gestión pública que ahora pesan sobre los hombros de su otrora aliada.
En este contexto, la candidatura de Hoffmann parece estar bajo una nube de cuestionamientos. ¿Podrá convencer a los votantes de Valparaíso de su integridad y compromiso con la probidad, cuando su pasado la vincula con un caso tan escandaloso de corrupción? La situación obliga a reflexionar sobre los valores de quienes aspiran a cargos públicos y a cuestionar el tipo de liderazgo que realmente quiere para la región. Con Barriga enfrentando la justicia, las palabras de Hoffmann en defensa de su amiga política vuelven al centro del debate, y la ciudadanía se pregunta: ¿puede alguien que apoyó la gestión de una alcaldesa acusada de desfalco garantizar una administración ética y transparente?