Radiografía de un sistema penitenciario colapsado
Chile presenta una de las tasas más elevadas de personas privadas de libertad en Sudamérica. La infraestructura carcelaria opera con un 40% más de población de la que fue originalmente diseñada, lo que compromete los estándares mínimos de derechos humanos, evidenciado en condiciones de habitabilidad precarias, problemas de higiene y hacinamiento.
La tendencia a encarcelar que se ha intensificado en Latinoamérica ha convertido a la región en un nuevo centro de encarcelamiento masivo a nivel global, coincidiendo con una crisis de seguridad mediática y un ambiente político que favorece el populismo punitivista. Pero, examinemos cifras y evidencia científica: ¿Cómo se encuentra realmente Chile en términos de delincuencia y criminalidad? sobre esto nos habla Olga Espinoza, académica del Departamento de Estudios Políticos de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile.
“Es cierto que en Chile hemos observado un incremento en la frecuencia y severidad de ciertos delitos, especialmente el uso de armas. Sin embargo, cuando confrontamos la situación chilena con la del resto de América Latina, podemos decir que tenemos una mayor seguridad en términos generales”, explica la académica.
Además, añade: “El indicador que normalmente se utiliza para este tipo de comparaciones es la tasa de homicidios. En América Latina, varios países superan los 50 homicidios por cada 100,000 habitantes, mientras que Chile se sitúa entre 3.5 y 4 puntos. Sin embargo, la percepción de inseguridad es considerablemente más elevada que la frecuencia real de victimización que muestran los datos.”

PDI realiza diligencias tras balacera en calle Pio Nono con Bellavista, comuna de Providencia. Jonnathan Oyarzun/Aton Chile.
El miedo al delito es alimentado por múltiples factores, y no solo por haber sido víctima alguna vez. La organización Paz Ciudadana ha señalado que un nuevo tipo de criminalidad está impactando la percepción de inseguridad, incluyendo la presencia del crimen organizado, el aumento en la tasa de homicidios y la violencia en los delitos.
Investigaciones recientes también destacan el rol de los medios de comunicación en la difusión de información sobre delitos; factores ambientales en espacios públicos que generan temor; la creciente desconfianza entre vecinos; y el diseño urbano que margina a ciertos grupos, creando inseguridad ante personas diferentes a nosotros.
¿Quiénes se encuentran en prisión en Chile y cuáles son las condiciones de su encarcelamiento?
“La población carcelaria en Chile actualmente supera las 55,000 personas, siendo el 89% hombres y el 11% mujeres. De este total, el 64% está condenado y el 36% se encuentra en calidad de imputados. Esta cifra incluye a madres, jóvenes y adultos, entre los cuales hay 120 madres embarazadas o con hijos menores de 2 años en la cárcel, sobre la base del Decreto 518 del Reglamento Penitenciario. También hay más de 5,200 jóvenes detenidos bajo diversos regímenes, como cerrado, semiabierto o de internación.

Cárcel en Chile.
La académica Viviana Soto, del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, y miembro del Grupo de Estudio sobre Pedagogía en contextos de encierro punitivo y protección, comenta que la población penal del país está colapsada y que la cantidad de personas en prisión sigue en aumento.
Este crecimiento vertiginoso se traduce en precarias condiciones de vida para quienes están detenidos. La Magíster en Criminología y Gestión de la Seguridad Ciudadana, Isabella Castillo, ha observado de cerca esta situación.
“Las condiciones están marcadas por el hacinamiento y otros problemas graves. Por ejemplo, no todas las cárceles cuentan con agua caliente, y algunas apenas tienen agua potable. La alimentación es otro asunto crítico, y la higiene menstrual para las mujeres es extremadamente difícil. Por lo tanto, se presenta una paradoja: aunque teóricamente se busca respetar los derechos humanos, en la práctica es complicado debido a la sobrepoblación. Sin recursos e infraestructura adecuada, las condiciones de vida son inadecuadas, lo que limita seriamente las posibilidades de reinserción. No todas las personas que entran a la cárcel tienen acceso a programas de reinserción”, explica.
Isabella, en su papel como Directora del Proyecto Reinserción, ha visto cómo el encarcelamiento impacta a las personas en diferentes aspectos. En el plano psicológico, el aislamiento puede ser devastador; social y familiarmente, el alejamiento de sus redes de apoyo genera vulnerabilidad; y, económicamente, enfrentan estigmatización y discriminación que dificultan su reinserción.

Cárcel en Chile.
La cárcel como generadora de violencia dentro y fuera de sus muros
A esto se agregan los altos niveles de violencia e inseguridad que prevalecen en el interior de las prisiones, creando graves repercusiones tanto para los internos como para quienes trabajan en estos lugares. Así lo argumenta Víctor Vigas, Magíster en Hábitat Residencial de la U. de Chile y funcionario del Departamento de Infraestructura de Gendarmería de Chile:
“La situación de dominación lleva a una lucha constante entre internos. Aquellos con más poder ejercen coerción sobre los demás. Por lo tanto, se ven obligados a usar la violencia para asegurar su posición. Esto da pie a lo que se conoce como la ‘escuela del crimen’ y, por ende, la ‘escuela de la violencia’, tanto dentro de las cárceles como al reinsertarse en la sociedad.”
Este sistema tiene un efecto más amplio, conocido en el ámbito académico como carceralidad, que extiende el castigo hacia familias y comunidades, generando discriminación y desconfianza.
¿Qué motiva el deseo de encarcelar?
La profesora Espinoza, miembro de la Sociedad Chilena de Criminología (Sochicrim), considera que el uso excesivo de la cárcel responde a una lógica punitiva que se ha arraigado en el país, en consonancia con la realidad de muchos países de América Latina y el mundo. “La política de castigo se presenta como una solución firme y dura que, en teoría, trae expectativas positivas. Sin embargo, es una propuesta simplista que no considera las complejidades de su implementación. Una política puramente represiva es excesivamente costosa y, lo más alarmante, no garantiza la reducción de la delincuencia o una mejora en la percepción de la seguridad”, señala.
Este enfoque populista sostiene que la sociedad está en peligro y que la única forma de protegerla es a través de una mayor represión y severidad en las penas. Sin embargo, no existe evidencia de que un incremento en el encarcelamiento reduzca la delincuencia, especialmente en las condiciones actuales en Chile. Investigaciones en criminología y ciencias sociales indican que las políticas de encarcelamiento pueden agravar la situación delictiva. Entonces, ¿realmente más cárcel significa menos delincuencia? La profesora Soto ofrece su perspectiva:
“No, en mi opinión, ese es el gran error en la actual concepción de la cárcel. Pensar que encarcelar a más personas resolverá los problemas de miedo e inseguridad es un ciclo vicioso que empobrece nuestras condiciones democráticas. Ignorar las desigualdades y los contextos detrás de cada delito solo perpetúa un ciclo de vulneración y abandono que repercute negativamente en la salud mental y el bienestar general,” concluye.
Si deseas profundizar en este tema, te invitamos a escuchar el capítulo 167 del Podcast de la Universidad de Chile, disponible en Spotify, Tantaku, Apple Podcast y YouTube.
Foto de portada: Andrés Cortés.
Con Información de radio.uchile.cl